Había una vez un mundo de piedra bajo el mar que sacudidas violentas sacaron al aire. Las estrellas sonrieron, la luna le prestó su luz y las nubes se enamoraron de sus riscos, de sus afiladas agujas, se enredaron en sus piedras y ya nunca le dejaron volver a sumergirse.
Ese mundo que se yergue altivo, imperturbable,tentando al humano a que se atreva a conocer sus secretos, sus cimas, sus simas, sus inmensas majadas, se llama "Los Picos de Europa".
Y, 40 años después, volví a la Vega de Ario. No recordaba casi nada, sabía que había estado, que me había gustado mucho, que había cansado y que no había subido al Jultayu por estar jugando a la brisca delante de una cabaña.
Ayer, con la Bonnie, subí a Los Lagos, pasé la majada de las Bobias, disfruté en el bosque de fayas pues ya el otoño les trae su traje dorado. Y subí, subí entre piedra y más piedra.
Y al llegar al collado te quedas sin habla, sin respiración. Abres y cierras los ojos pero el espejismo no desaparece, allí siguen Los Urrieles en pleno, como un batallón plantando cara al mundo. Y al lado,muy cercanas , las cumbres del Cornión, de caliza tan blanca que parece de nieve.
La Bonnie se pone a dar "marivueltas", me rió ya que eso es lo que a mi me apetece.
Pasamos dos horas y no dejo de extasiarme ante el cambio de luz que unas nubes de tormenta diseñan en las montañas.
Con pena, siempre con pena cuando se trata del regreso, emprendemos la vuelta a casa. En la retina, el balcón de La Vega de Ario no se borrará tan fácilmente.
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1 comentario:
Cuando vuelvas a hacer más fotos me apunto!
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