domingo, 7 de octubre de 2012

La Vega de Ario

Había una vez un mundo de piedra bajo el mar que sacudidas violentas sacaron al aire. Las estrellas sonrieron, la luna le prestó su luz y las nubes se enamoraron de sus riscos, de sus afiladas agujas, se enredaron en sus piedras y ya nunca le dejaron volver a sumergirse.
Ese mundo que se yergue altivo, imperturbable,tentando al humano a que se atreva a conocer sus secretos, sus cimas, sus simas, sus inmensas majadas, se llama "Los Picos de Europa".
Y, 40 años después, volví a la Vega de Ario. No recordaba casi nada, sabía que había estado, que me había gustado mucho, que había cansado y que no había subido al Jultayu por estar jugando a la brisca delante de una cabaña.
Ayer, con la Bonnie, subí a Los Lagos, pasé la majada de las Bobias, disfruté en el bosque de fayas pues ya el otoño les trae su traje dorado. Y subí, subí entre piedra y más piedra.

Y al llegar al collado te quedas sin habla, sin respiración. Abres y cierras los ojos pero el espejismo no desaparece, allí siguen Los Urrieles en pleno, como un batallón plantando cara al mundo. Y al lado,muy cercanas , las cumbres del Cornión, de caliza tan blanca que parece de nieve.
 La Bonnie se pone a dar "marivueltas", me rió ya que eso es lo que a mi me apetece.

Pasamos dos horas y no dejo de extasiarme ante el cambio de luz que unas nubes de tormenta diseñan en las montañas.

Con pena, siempre con pena cuando se trata del regreso, emprendemos la vuelta a casa. En la retina, el balcón de La Vega de Ario no se borrará tan fácilmente.

1 comentario:

Helena dijo...

Cuando vuelvas a hacer más fotos me apunto!