martes, 8 de febrero de 2011

CAMINOS DE NIEVE

Parece mentira que a sólo una hora larga de casa se encuentre un mundo ignorado. El concejo de Quirós. Me sonaba a señorío medieval, a monte lejano; no conocía ni uno solo de sus pueblos y de pronto me ví metida de lleno en sus sendas más bellas. Cruzando arroyos de nombres sonoros:
arroyo La Boya, arroyo la Calamona o arroyo de Viescas; sus aguas unidas excavan la roca del desfiladero.

De Pedroveya, pueblo que se asienta en una ladera del Pico de la Mostayal, salimos los tres caminantes por el Camino Real Alto de Quirós hacia los pastos del Puerto de Andrúas. A medida que subimos el paisaje se transforma y un manto de nieve lo cubre todo.





Surge una pregunta: ¿será una... "misión imposible"?, pero charlando y charlando vamos poco a poco ganando altura, con la nieve por los tobillos, con la nieve a media pierna, con el agua que hay debajo de la nieve dentro del pie...; mirando hacia atrás vemos los pueblos y los prados que están sin nieve, hacia adelante y con el sol como faro guiándonos, un mundo brillante de cuento de hadas nos invita a seguir.
Y por supuesto que seguimos, la misión será posible.




Llegamos hasta la cabaña de Buxaña, construcción de mampostería, cuadrada y con estrechos vanos para permitir la entrada de la luz y una bóveda de grandes lajas de piedra, cubierta por "tapinos", que en estos momentos son blancos. Hoy día sirve de refugio a los pastores, pero se cree que en otros tiempos sirvió para el control de mercancías y gravámenes, sería una especie de aduana para los que cruzaban hacia o desde León.

Esta majada donde se encuentra la cabaña es de pastos muy verdes pero ahora se nos presenta vestida de blanco, de cuando en cuando sobresalen hermosos espinos que forman albergues para los animales.







Comemos unos "sanjacobos" que saben a gloria,
subidos como cabras en unas rocas que no tienen nieve, el postre es la vista que se extiende ante
nosotros, las peñas, los bosques...


Aprovechamos la nevera natural para mantener fresquina la bebida.




Angel y Yoyo se van a estudiar la flora en una ladera, yo me voy hasta una collada que mira hacia el norte y que ofrece una vista "verde de montes y negra de minerales" y allá muy lejos la línea del mar. Atravieso una zona completamente virgen, no hay ni una huella, nada que rompa la inmaculada blancura de la nieve.


Vuelvo junto a mis compañeros y con ellos está un perro de caza perdido que se ha convertido en un nuevo amigo.

Y a las 5 de la tarde, hora mágica en el poema de Lorca, bajamos de nuevo a la civilización.

Con un pensamiento: tener la ocasión de volver a disfrutar esos espacios infinitos que la más pura naturaleza nos ofrece.

3 comentarios:

yoyo dijo...

¡¡Qué bonito !!!!

Me parece suficiente el texto y suficientes las fotos, para trasmitir lo que fué una bonita caminata.
Hasta pronto.

María TC dijo...

Acabo de leer del tirón todas las entradas que tenía sin revisar. ¡Muy guapo! Sigue así aunque todavía me debes unos deberes literarios ;-)

Marina Oliva dijo...

que bonito y que interesante :)