lunes, 5 de julio de 2010


...el paisaje no puede ser más bello.
Desde lo alto de los acantilados se ven los castros, esos islotes de roca y verde esculpidos por el viento y las olas, dónde viven las gaviotas.
Incluso el velero, objeto material, es delicado, hace que tu vista se deslice hacia él antes de esconderse tras las rocas. Y pienso ¿ por qué somos tan vulnerables, tan frágiles? ¿Cómo un acontecimiento, un pensamiento, una idea que nos invade puede romper todo el equilibrio de una mente y hacerte naufragar?. Hundirte en los abismos de un mar en el que no haces pie, en el que sólo un torbellino inmenso te atrapa y te envuelve; y es igual que bracees y patalees, esa fuerza intensa tira y tira de tí hacia ese fondo sin fin. Quisiera pensar que la contemplación de la belleza, representada ya sea por unos simples castros, por un mar siempre cambiante y no por eso menos bello, por una tierra fértil asomada a ese norte; pudiera recomponer los estragos de ese cortocircuito que impide ser feliz. Creo firmemente que si quieres puedes encontrar muchos motivos para que te guste la vida, esta vida que debemos aceptar con principio y fin, no queda otra!!!!; y que conste que soy de las que me gustaría tener tres o cuatro vidas. Deberíamos buscar la belleza. Buscar una mano amiga. Buscar un hombro en el que apoyar la cabeza y poder cerrar los ojos y ver toda la belleza que llevamos encerrada en el corazón. Y compartirla.

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